Imaginémonos que son varias personas las que indican su deseo de intervenir y selecciona a una de ellas.
Es una muy mala costumbre la que consiste en señalar con el dedo índice, al miembro del público que formulará su cuestión. El efecto que puede causarse es pésimo, acusatorio.
Lo mejor es dirigir la palma de la mano abierta hacia la persona que esperamos que nos interprete. Con este gesto nos mostramos dispuestos y reflexivos a las demandas del público, manteniendo en todo momento la situación en control.
Compilador: Samuel Mauricio Camargo Ramírez